Busqueda de la facultad del ingenio en la poco sencilla creatividad cómica

La risa es la auténtica medida de la felicidad.



sábado, 1 de agosto de 2015

Berlin, lugar de encuentros

Tras el protagonismo que tuvo durante el siglo XX, Berlin ahora trata de parecer un lugar renovado que protagonice un nuevo encuentro entre sus habitantes y los cada vez más numerosos visitantes, con determinación amable y proyectiva en lo más moderno y esperanzador de la nueva etapa de unión y reconciliación...

Se vislumbra una ciudad consciente de que el nuevo juego se ha de basar en el respeto y la convivencia en el que las palabras suenen algo más que declaraciones de solemne intención pasando a los hechos. Igualdad, convivencia, tolerancia, interactuación, acogida, serenidad, respeto, amabilidad, solidaridad … son palabras que que perfilan como muy integradas en las intenciones de la población, sobre todo en la juventud. Ante este ambiente el pasajero no puede quedar impasible...

Cada lugar tiene su cosa, pero Berlin tiene muchas cosas, cosas que se ven, cosas ocultas, que se intuyen, para olvidar, para rememorar, para la introspección, para el posicionamiento, para disfrutar, para descubrir, para la reconciliación, para la esperanza, cosas...

Ahí están los memoriales de las victimas de las represiones, los restos del Muro, los restos de la división de la ciudad, la ciudad alternativa, los mercadillos, los museos, los murales, los vanguardistas,...

También se nota el lugar para la especulación, el stres, los lugareños enfadados con la masificación de los visitantes, la competitividad, prisas, atascos, supermercadeos,...



Yo he visitado Berlin y me siento mejor persona, que me dure.

sábado, 4 de julio de 2015

La partida perdida

La partida estaba perdida para ambas partes. Y ambas partes lo sabían.

 El juego se había alargado demasiado, demasiadas jugadas, cambio de reglas, negociaciones con terceros fuera de partida, demasiados intereses.

Se pasó de la unanimidad absoluta y confianza en el grupo a que cada jugador fuese a lo suyo y minimizar sus pérdidas. De fiarse del otro a evitar que los futuros errores no perjudicasen la cuenta de resultados propia. Para pasar a la fase actual de jugar al “salvase el que pueda o lo que se pueda”.

Llevaban siete años de malas jugadas, cada jugada contradecía a la anterior y ahora todo parecía una huida hacia adelante. Los errores de cálculo se unía a los excesos de corazón: el año que viene nos ira mejor la partida, a finales de año esto se va a arreglar. Cada vez la apuesta era mayor y había más en juego.

Al final la partida se había encebado con el peor jugador y esta partida de muchos contra pocos se convirtió en todos contra uno, contra el mas pequeño y más endeudado de los que podían perder sin que saltase la banca.
Al principio se pudo llegar a un acuerdo honrroso con los pequeños perdedores, pero eso podía significar que los grandes se quedasen sin cobrar gran parte de lo ganado.

Cada cual que aguante su vela y ponga rumbo a su barco, decían mientras daban golpes de timón.

Por no perder un juego o un jugador se postergó el final que toda partida debe tener en plazo, pero cuanto mas dinero había en la mesa de juego más difíciles eran las soluciones y mas alejado se veía el final. 
Se jugaba ya tanto que se estaba en la posibilidad del default total en cascada si no ocurría algo que lo solucionara. los jugadores todos debían tanto que debían hasta de callarse por responsabilidad en las culpas de haber dejado que la partida se pudriese.
Las soluciones solo aprecian verse si se seguía jugando y los malos jugadores empezaban a jugar mejor su partida particular.

De nada sirve quejarse, decían unos; de nada sirve no hacerlo, decían otros jugadores.
Alguien propuso escenificar un teatrillo y abandonar la partida ordenadamente, mas se dieron cuenta enseguida que no resultaría ni creíble ni era conveniente.

Un veterano propuso una gran pelea como esas de catch boxing que se ven en televisión y que da la impresión de una pelea de espectacular arrojo pero que se juega a otra cosa en función de la espectacularidad en sí misma. 

Eso. Todos de acuerdo. Preguntar o no preguntar, esa ya no era la cuestión.

Uno preguntó: qué preguntar. Lo tomaron por torpe.

Convocaron una pregunta para que el público decidiese si continuar con las reglas de la partida que no estaban fijadas o cambiarlas a otras reglas que no se especificaban cuales.

Bien, todos de acuerdo, se convocó el referéndum.


Todas las esperanzas se basaban en el resultado, fuese el resultado que fuese la partida tomaría nuevos aires.

Si sale si, gano yo, si sale no, pierdes tú; decía uno de los veteranos.

Hágase la luz y el ambiente ganó en decibelios. Ruido, mucho ruido.
Pierda quien pierda, ganaremos todos; decía un jugador recién llegado.

Es la pregunta de mi vida. De nuestras vidas.

Daba igual el resultado, la partida ya estaba jugada.

Pero había que seguir jugando.



sábado, 27 de junio de 2015

El mundo es un álbum de cromos

Nacemos con un álbum de cromos bajo el sobaco. Es un álbum que va evolucionando como si una obligación darwinista la fundamentase.

Al principio, es un álbum con cuadraditos vacíos que disponen de un número o una indicación para que el coleccionista sepa dónde colocar los cromos y cuáles. Luego se complica y coloca logaritmos o determinantes, derivadas, integrales o matrices; más tarde hay que colocar URLs y aplicaciones muy variadas y que funcionan en un idioma que apenas se domina.

En este comienzo el coleccionista iniciático se alegra del surgir de las complicaciones, cada cromo se une a otros cromos y forma un cromo escénico, o es un cromo trifocal y dependiendo de la perspectiva se vislumbra una posición u otra de la misma imagen o se representa una imagen en movimiento como en Harry Potter y se piensa que ya queda menos para lograr algo mágico. 

El álbum se va rellenando y, cuantos más cromos se colocan, más satisfacción se va logrando.

Al final es necesaria cierta profesionalización para la colocación de las escenas en el álbum y se tiene la sensación de que estas funciones a quien verdaderamente benefician son a la generación posterior, más joven y tecnificada, y que uno ha llegado tarde al reparto de cromos tecnológicos, procurando volver a los cromos de recuadrito e identificación analógica. 

El álbum no sigue siempre un orden cronológico, a veces sigue un orden temático o emocional, otras veces sigue un orden caprichoso e incluso de un curso errático, inexplicable en algún caso.
A veces va por capítulos y otras por estimaciones.

Allí están las páginas de los excesos y la de los defectos de aquellas imágenes que ni siquiera se llegaron a producir, unas veces como hueco renombrado o como ilusión incompleta. 
Los perjuicios y los medros allí aparecen. Los éxitos se cuentan en páginas de oropel, las penas están en un baúl con los reductos ocultos. Las derrotas son las precuelas de las victorias, los miedos son las secuelas de los olvidos en sincretismos interesados.
Los deseos en lugares prominentes sobre todo los cumplidos, las hambres aminoradas y recubiertas de posteriores excesos.

Tarde uno se va dando cuenta de que ya apenas quedan espacios para colocar los cromos y recolocarlos exige unas cualidades pérdidas o ignoradas, viendo cromos que no se sabe bien porque están allí si apenas existieron y otros que se recuerdan bien ya no están o no se encuentran.


Poco va importando ya, el álbum es definidor del curso pasado y de los cromos futuros, se es el álbum que se tiene, no importa lo ya puesto y se va sabiendo que lo importante es seguir colocando cromos aunque estos sean elementales y casi repetidos de cromos anteriores. Ya no importa que alguien los vea, ni tan siquiera revisar el álbum para recrearse en los cromos vividos, ahora lo importante es colocar los cromos y repasar algún tipo de orden o nuevo criterio (por lo general simplificador). Colocar los cromos es un bien en sí mismo.


Ahí están los olores, músicas, miradas, satenes, sabores y demás cromos sensoriales. Mudanzas y recambios, aciertos y huidas.

Todo, todo está en el álbum.

Es este el verdadero álbum de la vida.

sábado, 20 de junio de 2015

La teoría del cincuenta por ciento

Vaya por delante que creo que, casi, todos somos más felices al saber que se han encontrado los restos de Don Miguel de Cervantes Saavedra, como tan felices nos hace saber que se atribuye científicamente la autoría de un nuevo cuadro a Don Diego de Velázquez Silva, al igual que nos haría felices a muchos que se descubriese al verdadero autor de El Lazarillo de Tormes. Lo que pasa es que después en momentos tenebrosos nos viene la escéptica versión de pensar que algunos hallazgos están contaminados por intereses ajenos al ámbito cultural propiamente dicho.

Pasan trescientos años y como que se borra la verdadera huella del tiempo, falta la auténtica firma, el veraz documento, la incuestionable prueba del ADN o la irrefutable declaración de un testigo.
En una exitosa serie de televisión del túnel del tiempo ya están tardando en irse a reunir las pruebas que hagan falta, pero una cosa es la ficción serial y otra la cruda realidad.

Los expertos se dejan guiar por sumarle porcentajes a la teoría del 50%, ser o no ser, fifty- fifty, indicios, evidencias, criterios, suposiciones, declaraciones, votaciones, convencimientos, ausencia de teorías refutables, unanimidades al fin y al cabo. Eso, todos de acuerdo, nada que objetar.


Que sí, que es necesario poner las cosas en su sitio y que esto se tuvo que hacer antes como los ingleses con Shakespeare, pero nunca es tarde si la tumba es buena. Otros tres siglos y las pruebas habrán ido tomando rigor. Ahí estarán los informes precisos que el tiempo refrenda, los trazos, documentos verificadores, la prueba del carbono 14 que falta. Y a quien le va a importar dentro de unos siglos lo que se está afirmando ahora, el sitio de culto ya estará consolidado.   


El que quiera ver a Cervantes sin dudas debería ir a la Biblioteca Nacional.

Con estos ganamos todos y el barrio de las letras será más un barrio letrado (con nuevas placas conmemorativas). Nunca es tarde. Así sabremos que Segismunda es verdaderamente Sigismunda.

viernes, 22 de mayo de 2015

Por fin un pedestal para Ibn Gabirol

Sin tirar la casa por la ventana
Un pedestal de mampostería
Colocaron al fin esta mañana.

Entre vegetación que quita vista
Y la terraza de un bar re saturado
Fuera de alcance del buen turista.

Tarde aunque pocos medios requería
Ya que tener a Gabirol a ras de suelo
Ya era muy descarado y no colaría.

Tuvo gran tiempo el desaguisado
Como si por ocultarlo no se vería
Pasando por el sitial encaramado.

En un lugar oculto lo han colocado
Cerca de esos barriles de la alegría
Ventaja de lujo aún no explicado.

Poniéndolo tras la palmera rebajado
En vez de en el centro de Alcazabilla
O un lugar en la plaza privilegiado.

Alto estoy dirá el lírico en salmo
Humilde viendo que muy elevado
El pedestal le sube un palmo.



Gracias ciudad que me vio nacer
Que es un honor que cada día
Se vea la Alcazaba al amanecer.


No era tan difícil
el conseguir 
una chica peana 
a Al Malaqui.

sábado, 9 de mayo de 2015

Los escondites de Bonobo

En un primer tiempo el de los Bonobos era el clan más desorganizado de la selva, toda su organización consistía en que no había organización alguna, pequeños grupos que se iban uniendo y desuniendo según sus necesidades y temporadas del año. Eran los frutos los que los unían con su abundancia y los desunían con su escasez, y a estos ciclos vegetales fueron adaptando sus ciclos biológicos de reproducción y cría. No mantenían relaciones estables de ningún tipo, las parejas se acercaban con el celo y desaparecían con la nueva migración.
Seguros de ellos mismos,  confiados en su independencia y recursos no se escondían ante los encuentros con otros simios, no podían saber de las posibilidades que se ofrecían al tratar con los otros. Así compartieron la espesura vegetal con otros grandes simios que fueron descubriendo cerca, y es aquí donde empieza su experiencia.

Bonobia.
Los primeros vecinos a los que descubrieron fueron los imponentes gorilas que eran unos simios muy forzudos que tienen en su patriarcado una posición jerarquizada que impone la ley de acatar al macho más fuerte, de sometimiento al líder “Espalda Plateada” un individuo grande, bello y con experiencia, siendo los demás subyugados como machos beta o solteros invitados a abandonar el núcleo para vivir a “salto de mata”.
Algo de atractivo debía tener el sistema patriarcal de los gorilas ya que los bonobos machos en vez de convencerse de las ventajas del sistema de vida individual se empeñaban en dejarse atraer por las bondades del patriarcado y de dominancia del líder de los vecinos gorilas.
Pronto se iba notando como los machos que tenían un papel secundario hasta el momento, dado exclusivamente por su desidia para el mando altruista y su falta de implicación en las tareas organizativas, soñaban todos a nivel individual en ser como el “espalda plateada” del clan bonobo y todos proferían sueños de adhesión al sistema patriarcal. Algunas bonobas no dejaban de soñar con ser las preferidas del macho más bello.
Un día tras escarceos y pequeñas riñas el carismático y fuerte macho Dotán se convirtió en líder e impuso el patriarcado, nombrando a algunos de los machos más fuertes que le apoyaron “machos beta” a los a los que dio manga ancha para someter a los demás, cosa que hacían con rigor, y que además soñaban a espaldas de Dotán en convertirse pronto ellos en el “espalda plateada” del clan bonobo.
Más pronto las peleas y palizas se recrudecieron y se hizo el clan un lugar inhabitable.
Como pasaba el tiempo y nada mejoraba, una noche huyeron un grupo numeroso de bonobas y bonobos descontentos dejando a los dominantes que se dominasen entre ellos.
Ahí os quedáis, dijeron.
Llegaron a un escondite donde fueron felices todos juntos, ya sin apenas separarse y caminando como clan en busca de frutos y raíces, las competitividades se solucionaban con escarceos y alardes que no podían durar mucho si no querían los competidores en favorecer a un tercero. Esta unión se estableció durante largo tiempo y se mantuvo a salvo de extraños, mientras las fuerzas  de sinérgica obtenidas con su nueva forma de vida más o menos organizada se prodigaba en todas las direcciones de la vida cotidiana. Aquel escondite se llamó Bonobia.

Pasaron largos tiempos en los que siguieron felices los bonobos, pero pasado el tiempo tuvieron otro encuentro desafortunado con los chimpancés. Estos eran físicamente como los bonobos, pero más altos, fuertes y a lo bruto, nada de galanterías, el status estaba determinado por la fuerza y el amor se impedía a unos, se imponía a otros y  se arrancaba a otros aunque se estuviese dispuesto a ser sometido con sumisión.
Los chimpancés atacaban y acababan con las crías de los bonobos y los seres más débiles del clan se vieron obligados a alejarse para tener alguna posibilidad de sobrevivir.
Esta vez los machos bonobos empezaron a hablar de defenderse y organizaron un sistema marcial que empezó a preparar a las crías y a los machos jóvenes para la lucha. Con lo que los chimpancés les vendieron sus feroces reglas.
Así los bonobos se dejaron encantar por el sistema de fuerza física e imposición jerárquica y los más fuertes intentaron otra vez imponerse en el clan, así Ratán el más fuerte de los bonobos se hizo con el poder volviendo al patriarcado, esta vez compartiendo el poder y las hembras con sus generales y oficiales.
Los alimentos empezaron a distribuirse según la utilidad jerárquica del nuevo sistema y los elementos del clan más débiles empezaron a pasar hambre.
Las peleas y batallas se generalizaron contra los chimpancés y entre los bonobos mismos.
Cuando la situación se hizo insostenible y el hambre sembraba ruina las madres bonobas se opusieron y una oscura noche un buen número de miembros del clan formado por hembras, jóvenes y viejos que no estaba dispuesto a conformarse a desaparecer como clan pacífico organizó la huida hacia un nuevo escondite aún más inaccesible, dejando a los violentos a su suerte.
Los huidos volvieron a encontrar un escondite en lo más escondido de la jungla y en el que fueron felices de nuevo. El escondite en ese nuevo rincón de la jungla se llamó Bonobopá.

Las bonobas esta vez, sin lideres ni grandes jerarquías individuales, habiendo aprendido de las experiencias anteriores de patriarcado o de violencia establecieron un sistema de amor carnal y afectivo para todos y se esforzaban el hacer felices a todos los miembros del clan dándoles amor hasta para saciar altruistamente al más exigente. La felicidad fue completa durante mucho tiempo.

Como historia de nunca acabar llegaron los Mandriles que con sus clanes muy numerosos de centenares de miembros muy organizados que hacían temblar a la selva a su paso, deslumbró de nuevo a los segundones machos que aunque felices, su simpleza les hacía soñar con situaciones de dominio y grandeza. Como el patriarcado había conseguido calar en las etapas anteriores y tenía sus seguidores incondicionales en el clan bonobo e intentaban imponer sus apetencias de imposición determinadas a establecer sistema de dominancia basado en primar la abundancia de individuos.
Se organizaron e impusieron un sistema que primaba la natalidad sobre cualquier otro aspecto de la vida, prohibían a las hembras a organizarse solas y toda manifestación social era organizada por un consejo de machos con imposición a unos la aceptación sexual permanente y arrancada o la clandestinidad para los más flojos o descontentos.
 Otra vez de vuelta a lo vetusto, impusieron que solo se amase a alguien arrancándose el amor con fines procreativos sin valorar sus deseos individuales.


Otra vez las hembras y machos descontentos e insatisfechos con nuevo sistema de interés procreador, echando de menos la libertad, ya conocían su destino por las experiencias anteriores: la huida a un nuevo escondite.
Encontraron un nuevo escondite mucho más resguardado por la espesura, esta vez con firme intención de no ser encontrados por nadie se adentraron en la selva buscando no ser encontrados, en lo más profundo de la jungla, allí donde nunca había llegado nadie jamás. La felicidad recuperada fue inconmensurable durante memorables etapas. Esparcieron la  felicidad basada en el amor libre en este trozo de espesura.
El escondite en ese nuevo rincón de la jungla se llamó Bonobozé. Allí predominaba el altruismo y la implicación en las tareas organizativas.

De todas estas experiencias el clan bonobo se fue convirtiendo en el ideal de la tierra, un clan que harto de competiciones infructuosas que llevasen a rivalidades encaminadas a la destrucción, se había encargado de limar tensiones y luchas entre sus miembros haciéndolo  con la poderosa arma del amor.
En aquella noche de los tiempos en la que fueron estableciendo una sociedad matriarcal y tribal de seres unidos para establecer el objetivo de la felicidad para todos, todos eran los hijos de sus madres y nadie sabía cómo ellas la mejor conveniencia para todos. Contemplando el bienestar del clan sin diferencias individuales, declararon la potencia del amor, una fuerza que descubrieron capaz de amainar el miedo cuando se presentaban los temblores de la tierra, de eliminar las tensiones personales con abrazos, de alisar diferencias rascando el picor ajeno. Con el amor vinieron el altruismo, la amistad y la amabilidad, con ellos la felicidad, la fraternidad y la festividad entre los miembros del clan. La grandeza de miras basada en el desprendimiento y todo un sistema de soluciones pactadas inmediatas, haciendo del amor, la paz y progreso su universo para amar y ser felices.

Generación a generación fueron mejorando, eligieron el vegetarianismo como forma casi estricta de alimentación y a la generosidad en los intercambios personales.

De todas esas luchas y huidas les han quedado defectos, con lastres individuales como intercambios interesados de amor por comida o el abandono del vegetarianismo para ingerir proteínas procedentes de la caza esporádica de otros animales incluidos pequeños simios. Nadie es perfecto. Hay que intentarlo.

En el nuevo escondite están despreocupados, sin que nadie nos vea, sin desear ver a nadie.

Solo rompe este estado de bienestar el temor de volver a ser descubiertos, y… unos rumores de que a lo lejos alguien ha creído divisar a un simio lampiño subido a grandes cacharros que hacen mucho ruido.   



Bonobos Todos.


Que nadie me encuentre, que no me encuentre nadie.
Desde el escondite grito que vivan los afectos libres.
Reconquistar el amor diario y abandonar la dureza.
Que se bonobice todo en la bienhechora estrella.
Empezar de cero y estar al servicio de la gente.

Los simios lampiños se acercan y los bonobos se adentran en la jungla huyendo, temiendo que algunos de ellos, sin la lección aprendida, sean cegados por la codicia y la vanidad e impongan otras reglas pasadas, alterando la calma del clan. Las visitas y aproximaciones de los lampiños dan miedo con sus artilugios de destrucción y muerte. ¿Hasta cuándo solos? 

lunes, 13 de abril de 2015

De masa ardiente a soufle impaciente

La masa llevaba mucho tiempo calentándose al sol y empezaba a estar a punto. Estaba dura y lista para ser horneada en una receta restauradora.

El cocinero no tenía claro si ponerla rápido en el horno o esperar un poco y meterla fría, ya que esto la receta no lo refería. Quiso ser prudente y la dejó en la mesa de la cocinilla mientras decidía lo que hacía con ella, mientras pensaba indeciso si era el momento o no. Harto de deshojar la margarita llegó el momento de meterla sin más demoras, pero ya la masa había perdido temple y parecía pastosa.

Tras la duda el cocinero había metido la masa en el horno, pero se le olvidó de encenderlo, el horno tenía hollín y no tardó la masa en coger un olor fermentado con tufillo alcanforado.
El cocinero buscando disimular el aroma rancio edulcoró la masa con una pizca de ciclamato, un edulcorante barato, disuelto en agua de azahar.

Mientras se calentaba el horno la masa siguió perdiendo humedad y se agrietó, fragmentándose en capas y evaporándose el aroma original a harina.

Con los trasiegos de meter y sacar la masa del horno la temperatura fue bajando y se puso en dificultad para conseguir la torta que se pretendía,  subió la temperatura, secándose la masa todavía más, por lo que tuvo que ser regada con un poco de salsa de soja, lo que junto al tostado le dio un color oscuro algo raro.

Para calentarla rápido encendió el grill muy alto, lo que hizo que se calentase demasiado por arriba y por abajo con lo que el fondo se quemó y la capa de arriba empezó a ascender y surgió un soufflé duro por abajo y blando por arriba.

El horno empezó a destilar un olor a salami ahumado, alejado del plan que tenía concebido una torta que era lo que se pretendía al principio.   

-        Podemos repetir ahora que ya tenemos experiencia, dijo el cocinero sin agobiarse, pero culpándose de la indecisión.

Miró en la despensa y apenas quedaba harina para la nueva masa.

Y supo enseguida que si se espera demasiado y la masa se enfría, hay que tener buen acopio de harina para la repetida.  


Si  la masa esta fría
Y está el horno caliente,
Se templa el ambiente.

Si el horno está frío
Y la masa está caliente,
Se sube el gradiente.

Con masa y horno calientes
En el punto más ardiente
Es el momento adecuado.

Si horno y masa están fríos,
Y el cocinero está errado,
Acaba un soufflé hinchado.

Moraleja:
                   Cocinero inquieto,
                   Si no sabes hacer la torta,
                   Y ves que la masa se acorta,
                   No te pases de discreto
                   Y dale a lo que importa
                   Para conseguir el reto.